Comenzamos el mes con un poco de cultura general e historia. Todos o casi todos somos sabedores de la existencia de la Real Academia Española (RAE) y de su imprescindible labor de normatización del castellano. Lo que quizás no sepan tantos es que mañana día 3 de octubre hace 306 años se aprobó la Real Cédula de Felipe V, por la que se aprobó oficialmente dicha institución cultural y quedó bajo su “amparo y Real Protección”.
Este hecho significó que los académicos gozaron de las preeminencias y exenciones concedidas a la servidumbre de la Casa Real.
Si que es verdad que la primera sesión oficial se celebró el 6 de julio de un año antes, 1713, en la casa del fundador. En estas primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Y entre 1714 y 1715 el número de sillas se incrementó hasta llegar a 24. Las plazas de académico de número se denominan «sillas», que tradicionalmente se han distribuido de acuerdo a letras del alfabeto latino de uso para el castellano, tanto mayúsculas como minúsculas (excepción hecha de las plazas de las secciones especiales o regionales).
La iniciativa de cosntitución surgió de Juan Manuel Fernández Pacheco, VIII marqués de Villena y duque de Escalona. Él mismo dirigió la institución desde su fundación hasta su muerte, el 29 de junio de 1725. Huérfano desde los 3 años, se crio bajo la tutela de su tío el obispo de Cuenca lo que favoreció que se despertara en él el interés por las letras.
A diferencia de Francia, Italia y Portugal, España no tenía un gran diccionario y el objetivo era el de fijar el idioma en el estado de plenitud que había alcanzado durante el siglo XVI y que se había consolidado en el XVII. Se basaron en la Academia Francesa (1635) y en la Accademia della Cusca (1952).
Su lema fue elegido bajo votación secreta en 1715 y que todavía perdura: un crisol en fuego con la leyenda “Limpia, fija, da esplendor”.
Esta vocación de utilidad colectiva se convirtió en la principal seña de identidad de la Academia Española, diferenciándola de otras academias que habían proliferado en los siglos de oro y que estaban concebidas como meras tertulias literarias de carácter ocasional.
Desde entonces treinta y un directores Dos de ellos repitieron cargo) han regido la institución hasta nuestros días y un total de 485 de miembros han sido elegidos como académicos de número, de los que 30, por una u otra causa, no llegaron a tomar posesión.